19th Ave New York, NY 95822, USA

Estatización del Transantiago

meo0215

Creemos que la solución para bajar los costos de operación y aumentar la calidad de los servicios del sistema de transporte capitalino pasa por un rol más activo del Estado, en el que la operación sea ejecutada por una entidad estatal especializada.

por Marco Enríquez-Ominami y Alvaro Miranda

 

EL TRANSANTIAGO (TS) es una política pública fracasada, desde varios puntos de vista. Hasta hoy, las mejoras respecto del antiguo sistema de micros amarillas son exiguas, en comparación con el costo que éste representa para el Estado. Por ello, y basados en otros sistemas de transporte público urbanos exitosos y de alta calidad, creemos que la solución para bajar los costos de operación y aumentar la calidad de los servicios pasa por un rol más activo del Estado, en el que la operación del sistema sea ejecutada por una entidad estatal especializada. Esta recibirá directamente los subsidios y los destinará al pago de los costos, en el que tanto la propiedad y mantención de los buses, como la contratación de conductores serán ejecutadas por privados; mientras que la operación y coordinación del sistema será estatal.

Los avances experimentados por el TS (aumento de buses nuevos y disminuciones en los tiempos de viaje) están muy lejos de presentar una mejora significativa al sistema, ya que la calidad del sistema de transporte público en Santiago sigue siendo mala y la operación deficitaria. Prueba de ello es que sólo en el período 2010-2012 el sistema enfrentó nueve paros de conductores, dos manifestaciones ciudadanas espontáneas en contra del sistema de transporte y hasta una huelga de hambre de conductores de la empresa Transaraucarias. Por su parte, la encuesta CEP de diciembre de 2012 mostró que en materia de transporte en Santiago, sólo el 7% de los encuestados estima que el gobierno lo ha hecho bien o muy bien, y el 44%, que lo ha hecho mal o muy mal.

Los principales problemas del TS radican en su sistema de gestión y operación, el cual es ineficiente tanto operacional como económicamente. A modo de ejemplo, si se comparan las tarifas del TS con el sistema de Barcelona, en España (año 2011), encontramos que la tarifa sin subsidio en esa ciudad es un 34,8% más barata que la del TS, en tanto que si se aplican los subsidios mínimos necesarios a los operadores -diferencia entre ingresos y costos declarados por los sistemas-, la tarifa de Barcelona sigue siendo un 13,8% más baja (sin subsidios la tarifa de Barcelona es un 34,8% más barata), por lo que el TS es un sistema más caro que el de la urbe española y de más baja calidad. En otras palabras, el Estado y los usuarios pagamos más por menos en Chile, lo que guarda relación con la mala gestión del sistema.

Cabe destacar que en los cálculos realizados en el ejemplo anterior, los subsidios para el caso del TS no han considerado el total de recursos entregados desde el Estado al sistema, los cuales ascienden para el período 2012-2022 a US$ 16.174 millones (US$ 1.617 millones por año), lo que representa casi un 70% más de subsidio con el que se han estimado las tarifas anteriores.

El TS está lejos de ser el sistema de transporte público que se requiere: sus problemas son enormes, la ineficiencia operacional y económica es profunda y su marcha se ve acompañada de huelgas, paros, protestas y decepciones de parte de sus trabajadores y usuarios. Es por ello que este sistema de transporte debe ser mejorado en base a una reestructuración integral, migrando su sistema de gestión y operación al Estado.